En nuestros días parece que una distorsionada visión de la sexualidad y una supervaloración de la genitalidad, propia de la sociedad materialista y consumista, han fortalecido la cultura machista. Además de ofuscar el brillo de la mujer, eso causó una fuerte repercusión en las relaciones sociales, en las cuales el hombre parece cambiar hacia la irracionalidad. En un análisis más desapasionado de la realidad, se hace necesario no sólo el reconocimiento del valor del elemento femenino, sino, sobre todo, su rescate.