En el tercer milenio, la sexualidad aparece impregnándolo todo y las normas de la familia, de la escuela, de la sociedad, que regulaban el ámbito de la vida sexual se han reducido en silencio.
Esta reflexión se propone plantear elementos para una antropología teológica de la sexualidad humana, tomando como base el método de auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina.